Aunque estemos más que acostumbrados a oír eso de
que cuando “una puerta se cierra otra se abre”, existen matices a tener en
cuenta. Esas entradas, esos nuevos universos de oportunidades no aparecen por
arte de magia. Hay que ir a buscarlos, hay que propiciarlos y poner en marcha
determinados mecanismos internos para que esto, suceda.
“LA PUERTA DE LA FELICIDAD SE ABRE HACIA DENTRO,
SOLO HAY QUE RETIRARSE UN POCO PARA ABRIRLA, PORQUE SI UNO LA EMPUJA LA PUERTA
SE CERRARÁ UNA VEZ MÁS”
-Sören Kierkegaard-
Todos nosotros padecemos, en ocasiones, la
irremediable costumbre de sintonizar el mismo canal emocional: el del
sufrimiento, el del apego a lo perdido, al recuerdo de lo no logrado, y al de
la amargura de tantas y tantas decepciones vividas. De algún modo, y teniendo
presente todo este abismo de complejas emociones, lo que hacemos muchas veces
es dejar infinidad de puertas abiertas con el cartel del “por si acaso”.
Sin embargo, debemos detenernos a sentir una cosa:
la brisa que traen esas puertas entreabiertas. Es un viento frío con olor a
tiempo estancado, a lágrimas resecas, a sueños no cumplidos, y donde además, de
vez en cuando surgen los ecos de aquellas voces que una vez, nos hicieron daño.
Es necesario cerrarlas, por nuestro equilibrio y
salud emocional.
LA PUERTA QUE NO NOS ATREVEMOS A CERRAR
Antes de hablar de esos universos que se abren
detrás de muchas puertas que llevan nuestro nombre, ahondemos primero en las
que no hemos cerrado. ¿Qué supone en realidad terminar un ciclo, una etapa,
dejar un trabajo o incluso poner fin a una relación?
Significa por encima de todo, saber renunciar, y la
renuncia es algo para lo que nadie nos ha preparado. La propia sociedad e
incluso la educación que hemos recibido nos han convencido siempre de que
podemos tenerlo todo sin renunciar a nada.
Sin embargo, si pensamos en este delicado acto de
valentía por un momento, nos daremos cuenta de que el propio acto de madurar,
de crecer y de obtener una cierta calidad de vida implica aprender a cerrar
puertas, todas esas puertas que nos traían vientos nada agradables.
La propia vida nos obliga a tener que tomar
decisiones de manera constante. Porque para ser feliz, no lo olvidemos, hay que
tomar decisiones. Ahora bien, si no nos atrevemos a cruzar esos umbrales para
dar un portazo definitivo a lo que duele, a lo que no encaja y nos desgasta, a
lo que renunciamos es a nuestra propia felicidad.
Porque no lo olvidemos, la felicidad no tiene
precio, tiene reglas, y una de ellas es atrevernos a ser valientes. Existor es
al fin y al cabo obligarnos a avanzar, es poner un pie delante de otro,
mientras nuestro corazón se abre a las nuevas oportunidades con una dosis de
entereza y mucho coraje.
CLAVES PARA AFRONTAR EL FINAL DE UNA ETAPA
Nos aferran al ayer las palabras no dichas cuando
hubo oportunidad y nos venció la cobardía. Nos pesan las oportunidades perdidas
e infinitos “por qués” que jamás tendrán respuesta. Son tantas las veces que
ponemos la mirada en el ayer que se desvanece nuestro presente y esto, no es
sano ni natural.
“CUANDO UNA PUERTA SE CIERRA OTRA SE ABRE, SIN
EMBARGO, NOS PASAMOS TANTO TIEMPO VIENDO LA CERRADA QUE SOMOS INCAPACES DE VER
LA QUE SE HA ABIERTO PARA NOSOTROS.”
-Helen Keller-
Nadie puede “vivir” en dos sitios a la vez, o
avanzas o te conviertes en ese bonito “marcalibros” que se queda para siempre
en el capítulo más doloroso de un libro. Sin permitirse descubrir cómo termina
esa historia: tu historia. No es lo adecuado, es necesario hacerlo, cerrar la
puerta, pasar la página, convertirte en la persona que eres de verdad y que
otros han intentado modelar a su antojo.
ESTRATEGIAS PARA FINALIZAR UNA ETAPA Y HALLAR UN
NUEVO UNIVERSO PERSONAL
Cerrar una puerta no es precisamente fácil. Porque
de algún modo, no solo dejamos atrás lo que nos hace infelices, a veces,
también estamos obligados a renunciar a ciertas cosas que sí nos identificaban,
que eran nuestras y nos hacían felices.
Veamos con detalle cuáles serían estas estrategias.
Practica la responsabilidad personal a través del
diálogo interno contigo mismo. Pregúntate qué te aferra, qué te detiene para
dar el paso a la hora de cerrar esa puerta. Define tus miedos, ponles nombre e
intenta racionalizarlos. Pregúntate también si dentro de unos años te gustaría
estar en el mismo sitio en que estás ahora.
Toma conciencia de tus puntos fuertes. Tienes
talentos, enfatiza tus virtudes, tus valores, tus logros. Asimismo, recuerda
que tus puntos fuertes son también las personas que te apoyan y te quieren de
verdad.
Diseña un plan para tu futuro inmediato. Visualiza
dónde y cómo te gustaría estar dentro de medio año. Envuélvete de esa sensación
positiva que acompaña esas imágenes. Toma aliento de ellas.
Avanza libre de cargas. Déjalas todas, avanza con
el corazón descalzo, la mente templada y los ojos despiertos. Camina sin odios, sin rencores y sin esas
piedras que muchas veces cargamos a la espalda y que nos enferman con sus pesos
emocionales haciéndonos cautivos.
Cierra la puerta y simplemente mira a tu alrededor
con ilusiones renovadas. Eres una estrella más en ese universo en busca de nuevas
y maravillosas oportunidades. ¿Las intuyes ya?
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