Por: González de la Cruz Amador
Descanso dominical,
acomodando lo empolvado en un rincón de
la casa; descubro un viejo radio que pertenece a la familia por un buen tiempo,
me distrajo de lo cotidiano, amalgama de recuerdos empolvados; buscando la primera conexión para ver alguna
señal de vida en esta caja.
Aun funciona pero no encuentro las estaciones que
se impregnaron en mí, mejor apagado frente a mi hace más ruido en mi cabeza,
las radio novelas, los comerciales y esa voz que nos contaba lo lindo de estar
cada mañana con un poco de música de fondo y
saludando a quienes contaban en aquel tiempo con una línea telefónica, o una monea para darse esos lujos en las
cabinas que por lo general se encontraban en las plazas.
Mis sentidos
perciben el olor del cigarrillo del abuelo que se confundía con el humo de la leña,
el tufillo del café recién tostado. Y esos aplausos que generaban tortillas recién
hechas.
Curioso todo
esto en un domingo solo en casa, y descubro al abuelo reflejado en el espejo.
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